Un debate sin Educación.
Mientras todavía colea el
cara a cara entre Sánchez y Feijoo, y los expertos y analistas se afanan en
dilucidar quién ganó, aunque sin ser yo experto ni analista mejor lo definiría
cómo quién perdió, la Educación, con mayúscula, pilar en todos los programas
electorales junto con sanidad, fue la más ausente, ya que al menos, sí se hizo
referencia a la Sanidad, también con mayúsculas, porque lo que se dice sano,
sano, tampoco fue el debate, o al menos a los sanitarios.
Cierto que es que
seguramente y debido a mi deformación profesional, la eché de menos frente a tanto
bloque tan importante y que tanto preocupa a la sociedad, según se planteó,
pero bajo mi modesta opinión, la Educación es la base de todos aquellos que se
plantearon, desde el primero al último. Sin Educación, no hay nada, y sin educación, la que se escribe con
minúscula, menos.
Imagínense si es importante
que una de las cosas que nuestros y nuestras maestros y maestras de infantil,
enseñan a sus alumnos, es a, respetar las normas de convivencia, saber
participar en un diálogo o en una conversación compartida, esperar al turno de
palabra, hablar con libertad y respeto, así como saber escuchar con la misma
libertad y respeto. Quizás, si todos hablásemos menos y escucháramos más no
tendríamos que arrepentirnos de lo que hablamos. Pero al grano, sí, eché de
menos la Educación porque siendo la raíz de cualquier otra profesión u oficio,
el motor de cualquier sociedad del bienestar y futuro de nuestras próximas
generaciones, al menos mereciera no digo quizás un bloque, pero sí algo más que
el número de becados, que está muy bien, pero nuestro sistema educativo adolece
de reformas estructurales, y desde luego de reconocer y valorar a sus docentes,
pues como es sabido, una sociedad que no honra a sus maestros, es una sociedad
fallida.
De momento, en Educación,
sólo la propuesta de Sumar ha generado algo de expectación y controversia con
respecto a nuestro sistema educativo, que si bien incide en la necesidad de
reconocer y valorar, también económicamente, el trabajo que se está realizando,
pues como reconoce “«es imprescindible la mejora de las condiciones del
profesorado. El papel de las y los docentes es fundamental en el sistema
educativo. Por ello, debe reconocerse su función educadora y social, y
mejorarse las condiciones en las que imparten la docencia», y hasta ahí bien,
sin duda, lo que ya no sabemos es el resto de cuestiones que se mezclan y
entremezclan, que sin su desarrollo, desconocemos a día de hoy.
Sin embargo, y es algo que
todos los partidos sin excepción, e independientemente de quien gobierne,
debieran asegurar como medida urgente y en consenso, es el desarrollo del
Estatuto de la Función Pública Docente y una Carrera Profesional propia, negociada
y consultada a los afectados, los propios docentes, y así no tendremos que
estar a expensas ni de partidos ni de vaivenes políticos, promesas sin
desarrollar con o sin letra pequeña, que
de sustos y altibajos estamos escarmentados.
No
voy a decir como Platón que «en una sociedad completamente racional, los
mejores de nosotros serían los maestros y el resto tendríamos que conformarnos
con algo menos» pero sí que si la sociedad quiere ser algo más los maestros no
pueden seguir siendo menos.
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