De resultados e indicadores educativos.
Esta semana los medios de comunicación se han hecho eco de varios informes educativos, que por cierto suele ser lo habitual en estas fechas, y como siempre o como por desgracia, seguimos estando los últimos de todas las colas, en unos más que en otros, en algunas cifras incluso mucho más que en otras y según qué estudio con resultados muy dispares, pero hay uno donde se coincide, los resultados educativos siguen siendo malos o muy malos, en comparación con otros países del entorno y no digamos entre comunidades dentro del territorio español, aunque el gasto por alumno sea muy parejo.
Quizás debiéramos centrarnos en
aquellos indicadores que ni aparecen ni son óbice de estudio por parte de
nuestros flamantes eruditos, y más allá de los resultados por sí solos, que no
se vinculan con la renta media de cada comunidad, pobreza, tasa de desempleo,
nivel sociocultural, estudios medios de la población adulta, ruralidad,
etcétera. Quizás, sólo quizás, debiéramos estudiar otros indicadores.
Por poner un primer ejemplo, la
estabilidad y composición de las plantillas de nuestros centros educativos.
Cada vez son más las familias y alumnos que con asombro observan como cada año
los profesores de sus hijos en su mayoría son distintos, ni mejores ni peores,
simplemente distintos y aunque pareciera que no tiene importancia, sí la tiene,
y mucha. No sólo es impartir un currículo, es el conocimiento del centro, del
alumnado, de las familias y de la comunidad educativa, es la implicación con
quien sabes será tu centro, que es bien distinta a la de en cualquier centro.
El exceso y abuso de plantillas funcionales, más la exigua oferta de empleo
público en oposiciones y la cada vez menos plantilla orgánica para el ahorro de
las arcas públicas que es la que está generando el todos para todo y el
desequilibrio entre especialidades y no las habilitaciones, perjudica
seriamente la calidad de nuestro sistema educativo y por ende, los resultados,
además de la renovación de nuestros claustros.
Quizás un mal entendido
bilingüismo, con toda la infraestructura y gasto público, que no por ello menos
importante, pero quizás mal enfocado e implementado. Quizás un excesivo gasto
en recursos digitales sin estudio del uso o disfrute educativo del mismo, más
allá de titulares, y con total desconocimiento de los resultados a pie de aula.
Y quizás sólo quizás, un
indicador que siendo el más importante, nunca aparece en ningún estudio de este
tipo, el grado de satisfacción de los docentes. Bastaría con una simple
pregunta para que entendieran lo que estoy diciendo ¿Tiene usted el tiempo
necesario o al menos el idóneo para impartir sus clases?
En definitiva, mientras nuestros
indicadores y estadísticas sean los resultados y no el por qué tenemos dichos
resultados seguiremos en la cola del león por no usar la cabeza el ratón.
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