Lo que mal empieza.
A pocos meses del
alumbramiento de la gestación mal llamada, estabilización docente, ya tenemos
las primeras ecografías del feto, la mayoría definitivas, y por consiguiente,
del resultado medio del parto, que independientemente del sexo del neonato, no
digamos de su empadronamiento, lo que sí sabemos, es que ni su media de edad es
la que muchos se imaginaban, o presuponían, ni los resultados vinculados a los
destinos provisionales, los deseados, ni por muchos adjudicados, ni por los que
se quedan sin adjudicar, por los que dejan su tierra de origen para trabajar en
otras distantes, y los que no podrán acceder a la suya porque otros le han
ocupado la plaza. Fíjense si lo pactado, firmado y publicado en BOE y boletines
autonómicos como consecuencia de ello, es absurdo, que algunos estabilizados han
obtenido plazas en decenas de especialidades donde nunca han impartido clase, justo lo contrario
que para el resto de administraciones.
Algunos lo criticamos, desde
sus orígenes, no por el fondo sino como el tiempo nos ha dado la razón, por las
formas, que al no haber sido debidamente reflexionadas o pensadas ni calculadas
sus consecuencias, ahora aquellos que firmaron se desdicen de lo dicho o
quieren modificar el Decreto Ley que con anterioridad vendieron como panacea y
justificaron como exigencia europea, cuando Europa nunca obligó a esta
estabilización, sólo a que se estabilizasen las plazas y redujera drásticamente
la interinidad.
No me cansaré de decirlo y
me llamarán pesado, pero bastaba con una simple macro-oposición con todas las
plazas disponibles y en las condiciones que se determinasen de experiencia,
bolas o ausencia de eliminatorios que se deseasen, para haber evitado de lo que
ahora muchas comunidades y centrales firmantes se están quejando.
Unos no se quejarían de la
situación en la que quedan los interinos de su comunidad no estabilizados,
otros de exigir ahora, no antes, un curso año de prácticas, otros que si les
dejan seguir el proceso de oposiciones a los posibles, otros que no, algunos
incluso amenazando con la exclusión de ambos.
Vamos, lo que era más que
previsible, una estabilización que a pocos contenta y que a la mayoría
descontenta, siempre en contexto del número global de interinos actuales y de
los que desean serlo, pero es que encima ahora son las propias comunidades las
que se tiran los trastos a la cabeza.
Pensarán que con este diagnóstico
me estoy quejando de la estabilización o del estabilizado, para nada, lo único
que digo es que se podría haber estabilizado de otra manera, de otra forma y
con menos problemas para todos y todas.
Y es que, lo que mal
empieza, mal acaba, y procuremos que no acabe peor.
Comentarios
Publicar un comentario