Qué hemos hecho para merecer esto, los maestros.
Disculpen que utilice el
genérico, pero como comprenderán, si tengo que dedicarme a escribir maestros y
maestras en todo mi artículo, se me van los caracteres con espacio y después me
llaman al orden, los maquetistas, no ningún otro, otra u otre.
Uno, que le da por estar a pie de
aula, tanto de infantil, primaria,
secundaria, medias y alguna cosa más, administración y sucedáneos, puede
aseverar que la diferencia entre los docentes de secundaria y primaria, es a
día de hoy abismal. No piensen que el artículo es dedicado exclusivamente al
gremio, que por desgracia, es lo que muchos piensan cuando suelen leerme, es
que lo que afecte a aquellos que pasan en ocasiones más horas con nuestros
hijos que los propios progenitores o tutores, al fin y al cabo, repercute en
ese alumnado.
Pues bien, la sensación,
generalizada, es que mientras en secundaria y medias, la cosa está sostenible,
con sus carencias, sus particularidades y por supuesto carencias y necesidades,
tanto educativas como sociolaborales para el profesorado, entre los docentes de
infantil y primaria, ¡ojo! los más importantes para el alumnado y los más
olvidados, la cosa está no solo que trina, sino que es inasumible física y
psíquicamente. No solo el profesorado, que también, sus equipos directivos, que
a la mayoría habría que ponerles un monumento, con las exigencias y
responsabilidades que se les atribuyen, y no la gratificación de cuando Franco
tocaba la corneta, aunque lo del reconocimiento social y económico abarca a
todas las etapas y a todo docente, algunos con responsabilidades más allá de
sus atribuciones y con una palmadita en la espalda como recompensa.
No, me pregunto hasta cuándo, los
docentes de infantil y primaria van a seguir aguantando la presión a las que se
les obliga. Repito, no ya por ellos mismos, por el trabajo a realizar y del
cual sí deberían ser solidarios los padres, las madres, o los tutores de su
alumnado, conscientes de que ejercen de todos y de cada uno a la vez,
multiplicados por veinte y cinco, o si no son veinticinco, serán veintitrés, o
doce, me da igual, pero padres y madres de todos los que tenga a su cargo
durante ese tiempo.
No es sólo dar clases, ni dedicar
esfuerzos y trabajos a cada uno con sus particularidades, es que además, hay
que justificar con documentación cada actuación con cada uno de ellos, es que
además tienes que hacerlo por cada día, semana, trimestre y año. Es que aunque
esté fuera de nuestro horario, si recibimos un rayuela a las once de las noche,
contestamos un rayuela a las once y cinco de la noche, ciertamente sin
obligación, pero por eso estamos infravalorados, porque lo que no cuesta poco
se aprecia.
Los docentes de Infantil, sobre
todo, los más infravalorados y a los que más deberíamos de cuidar y mimar,
están dejados de la mano de Dios, como expresión coloquial, y los de primaria
también abocados a pagar con su vocación la falta de consideración de la
Administración.
Por desgracia, y tengo
experiencia en esto, la mayoría de las veces, quien concurre conmigo a mesas,
deliberaciones, exigencias, demandas y demás, que alguna está de más, suelen
ser compañeros de secundaria y medias, pero yo, y a mucho orgullo, soy MAESTRO,
y no sólo no se me olvida, sino que si tengo que levantar armas, tengan por
seguro que lo haré, no solo por el profesorado, por su alumnado, porque guste a
quién disguste, más o menos, nuestra virtud es nuestra penitencia pero la
caridad, empieza por uno mismo, y aquí estaré tanto para unos como para otros,
así como para todos, pero ahora toca lo que toca, igual que en su día tocó FP o
Secundaria, ahora somos los maestros los que necesitamos y ahora, con el apoyo
de familias y resto de profesorado seremos
los que consigamos.
Comentarios
Publicar un comentario